En Argentina tenemos una larga tradición de trabajo tanto en el campo de la salud mental, como en el tratamiento de diversos tipos de discapacidades, en prevención, y en musicoterapia comunitaria. Pero hay un desarrollo menor en musicoterapia en medicina. Esta historia habla de una experiencia en este último campo, en el hospital Gral. De Agudos Bernardino Rivadavia, de la ciudad de Buenos Aires.
La ciudad de Buenos Aires tiene 33 hospitales públicos. Se caracterizan porque brindan atención gratuita, y la mayoría de personas que atienden carecen de seguros de salud privados o de sistemas sociales de salud, ya sea porque son desocupados o trabajan ”en negro”, fuera del mercado laboral legal. También atienden a quienes tienen cobertura de salud por obras sociales, que los trabajadores pagan por descuentos directos de sus salarios. Esto significa que la población hospitalaria es, en su mayoría, de clase baja o media baja, tanto de la ciudad como de la periferia de la misma, y también está compuesta por inmigrantes de países limítrofes que no han podido regularizar su residencia.
La salud pública de Buenos Aires se ha caracterizado desde que tengo memoria, por contar con excelentes profesionales. Pero también, lamentablemente, por tener muy bajos presupuestos, que hace que muchas veces los hospitales carezcan de insumos básicos. Para que se entienda bien, a veces faltan medicamentos esenciales, y hasta han faltado gasas y alcohol. Constantemente hay reclamos de profesionales por incremento de presupuesto, aumento de salarios, mejora de las condiciones de aseo o mejoras edilicias, entre otras justas demandas.
Sin embargo, en medio de este triste panorama funciona un sistema de residencias y concurrencias hospitalarias. Las residencias son un sistema rentado de formación y especialización de posgrado, dependientes del gobierno de la ciudad, para médicos y otras profesiones como, por ejemplo, psicólogos. Se accede a las mismas aprobando un riguroso examen. Las concurrencias son un sistema de formación de posgrado, ad-honorem, de cuatro años de duración para distintas profesiones de la salud, entre ellas la musicoterapia. Pero no en todos los hospitales hay concurrencias de musicoterapia.
El Hospital Rivadavia es uno de los hospitales generales con que cuenta la ciudad. Se caracteriza, entre otras cosas, por tener una importante maternidad. Es por eso que hace nueve años atrás comenzó un taller de musicoterapia para embarazadas, supervisado por mi, dependiente del servicio de salud mental. Durante cuatro años, fue llevado adelante por díadas de musicoterapeutas. De a poco, ese trabajo que era visto por médicos, obstétricas y enfermeras como algo extraño fue siendo aceptado. Uno de los pilares para que esto suceda fueron los cambios que se veían en las mujeres embarazadas que hacían el taller. Tanto en la disminución de la ansiedad, como de los miedos al parto y a la maternidad. Por otro lado, fue fundamental la actitud profesional de los musicoterapeutas, realizando una excelente tarea, y haciendo conocer respetar su trabajo a los oros profesionales del hospital.
Una de las agradables consecuencias es que por pedido de los médicos comenzaron a dar ateneos y charlas informativas de musicoterapia, y se incluyeron clases de musicoterapia en la formación de las obstétricas.
A este trabajo luego se sumo la atención de las madres en neonatología, y al cabo de cuatro años se creó la concurrencia en musicoterapia del hospital Rivadavia, dependiente del Departamento de Docencia e Investigación. La primera de la ciudad de Buenos Aires especializada en musicoterapia en medicina. No voy a relatar el enorme trabajo realizado por los musicoterapeutas que participan y participaron en la concurrencia durante estos últimos cinco años, trabajando sin cobrar dieciséis horas semanales. Para mi, como integrante de este equipo en mi función de supervisor, es un orgullo inmenso. Se han llevado a cabo investigaciones, y algunas de ellas fueron presentadas en el XII Congreso Mundial de Musicoterapia realizado en Buenos Aires. Se han realizado jornadas hospitalarias de musicoterapia en el aula magna, y todos los años participamos en las Jornadas Generales del Hospital. Actualmente, en rotaciones sucesivas, durante los cuatro años que dura la concurrencia, los musicoterapeutas están atendiendo en el servicio de obstetricia (tanto con embarazadas ambulatorias como internadas por embarazos de riesgo), neonatología, reumatología, Psicoprofilaxis neuroquirúrgica, Oncología, Pediatría, Internación Clínica de Hombres, e Internación Clínica de Mujeres. Próximamente esperamos comenzar a trabajar también en consultorio ambulatorio, y seguramente se abrirán nuevos servicios.
Casi nueve años de trabajo, viendo crecer a la musicoterapia en un hospital público. Hoy somos un equipo de catorce musicoterapeutas, y terminamos el año con la mejor noticia que podíamos recibir. Las autoridades decidieron crear un cargo rentado de musicoterapia, para ser concursado en el primer semestre del 2010. Esto significa que, gracias al trabajo de los musicoterapeutas durante estos años, y al apoyo del Departamento de Docencia e Investigación, habrá un musicoterapeuta “de planta”. Es decir, un musicoterapeuta que integrará el cuerpo permanente de profesionales rentados del hospital, con dedicación de tiempo completo. Sin duda, un gran paso para afianzar la inserción de nuestra disciplina dentro del sistema de salud. Un gran paso, también, que abrirá nuevos puestos de trabajo para otros musicoterapeutas, en este hospital y en otras instituciones. Algo bueno para celebrar.
Schapira, Diego (2010). La Experiencia de la Musicoterapia en un Hospital Público. Voices Resources. Retrieved January 08, 2015, from http://testvoices.uib.no/community/?q=colschapira110110sp